Domingo confuso
A mi entender, el mejor día de la semana es el domingo. Me encanta juntarme con mis hermanos a alabar y glorificar el nombre de nuestro Señor. No encuentro nada más satisfactorio que esto. Generalmente, los domingos me levanto con muchos ánimos y una sonrisa. Hoy, todo fue diferente. No quería ni ponerme de pie, no sentía ningún tipo de gozo o ánimo. Mi voz se quedó atascada en mi garganta y no quería ni siquiera orar. Me sentía mal y aún más porque sabía que esto no debía ser así, mucho menos el día que me tocaba dirigir las alabanzas y las adoraciones. Sin muchos ánimos, me bañé y cambié mientras oraba en voz baja y me preguntaba por qué me sentía así esta mañana.Sabía que mi gozo no debía estar cimentado en las circunstancias, en cómo amaneció el día o cómo mis hormonas jugaban con mis ánimos. Un rato más tarde, me topé con esto un poco antes de empezar el culto:
(Psa 43:4) Entonces llegaré al altar de Dios, a Dios, mi supremo gozo; y al son de la lira te alabaré, oh Dios, Dios mío.
(Psa 43:5) ¿Por qué te abates, alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, pues he de alabarle otra vez. ¡El es la salvación de mi ser, y mi Dios!
Como anillo al dedo. De aquí extraje algunas enseñanzas:
1) David estaba consciente de que no se encontraba bien y que algo le molestaba ("¿Por qué te abates, alma mía, y por qué te turbas dentro de mí?") pero no dejó que esto interfiriera con sus ganas de alabar a Dios e inclusive, manda a aquietar su alma ("Espera en Dios, pues he de alabarle").
2) Muchas veces, la causa de nuestro abatimiento/miedo/temor/turbación es simplemente nuestra desesperación o dicho de otra manera, no esperar en Dios. En el verso 5, David contrapone la turbación que tenía su alma con esperar en Dios. Cuando miramos más las circunstancias y dejamos de confiar en El, que es "la salvación de mi ser", nos desesperamos y todo en nosotros se estremece.
3) Cuando Dios es la verdadera base de nuestro gozo somos capaces de alabarle, aún en medio de circunstancias adversas. Cuando llegamos a admitir que El es "mi supremo gozo", podemos decir como David: "alma mía...Espera en Dios pues he de alabarle..."
4) Se reafirma la importancia de la alabanza pública: "Entonces llegaré al altar de Dios...y al son de la lira te alabaré..."
5) David reconoce que una sola dosis de alabanzas no era suficiente; era necesario que fuera algo continuo ("al son de la lira te alabaré...pues he de alabarle otra vez"), ya que una vez se desconecta uno de la alabanza a Dios, deja de recordar Sus bondades ("por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, pues he de alabarle otra vez").
6) El solo gozo que David tenía esperando en Dios era más que la turbación que sentía su alma. El lenguaje del verso 4 es más que suficiente para demostrarlo y se reafirma en el 5, cuando antepone la alabanza al Dios de su salvación antes que lo que sentía su alma.
Que el Señor nos conceda ser como David, capaces de esperar en El y alabar Su nombre antes que escuchar al alma que nos abate y confunde.



