Perdidos sin saberlo...
“Dice el necio en su corazónn:
No hay Dios. “
Salmos 14:1
Es triste el observar la situacion de la sociedad joven actual. Es un tema demasiado amplio, pero todos podemos dar piceladas sobre lo que vemos, vivimos y pensamos. este fin de semana fue un llamado del Creador para reinaugurar este espacio, luego de años de entropía. Pero aquí estamos,frente a nuestro caos; vamos a organizar este desorden. Post by post.
Helos ahí. Indagando en sus sentimientos sin puerto, sin destino.
Lo que más apena es su falsa seguridad.
Sabemos que la base de todo temor (miedo) es lo desconocido. Miedo a la muerte, a la oscuridad, a los procesos quirúrgicos, a las demás personas etc. Todo se resume en que hay un millar de posibilidades inciertas y nos llena de terror la idea de no tener el control del resultado.
Solución: tener nuestra propia concepción del universo y su orden.
Mejor aún: Encontrar personas que corroboren con nosotros, aunque sea externamente.
No nos aterra nuestra infinidad de posibilidades a fallar. Desconfiamos de los demás. Pero paradójicamente confiamos en hombres (en nosotros mismos). Es un túnel sin salida.Buscando esos destellos de certeza y/o esperanza. Un refugio en el cual escondernos; un refugio que parece no existir. No sabemos. Y vuelve la preocupación, la ansiedad, el miedo.
Son necios, escondiéndose en sus propias concepciones. Sofocando la revelación de un Ser inexplicable pero conocible. Necios.
Se nota en sus ojos, en su mirada perdida y vacía. En su deambular. En sus palabras.
No hay nada más seguro que su falta de seguridad, su búsqueda fallida.
Son arqueólogos de rompecabezas que no encajan. Diseñan su propio mapa de esta vida, y aun siguen perdidos, no entienden ni sus propios caminos.
Viven perdidos. Esperando ser encontrados. Sin saber que lo que realmente quieren y necesitan es lo que ahora odian, lo que ahora injurian, lo que ahora detestan y les parece locura.
Eso que no soportan. Eso no. No es algo. Es alguien.
Cristo.
Sin El, no hay verdadera seguridad. Sin Cristo como fundamento y roca, estamos propensos a la inimaginable ira de Dios.
“... y habrá desolación. Porque te olvidaste del Dios de tu salvación, y no te acordaste de la roca de tu refugio;...”
Isaías 17:9b, 10a
Es un asunto del corazón. Es ahí donde habla el necio, su voz está dirigida hacia sus fibras más íntimas, sus afectos. Y es ahí donde niegan al Creador. Resultado: quien sabe!
La solución está en un cambio de corazón. Pero ellos no lo saben, y a menos que Dios provea del transplante, nunca lo sabrán, ni lo querrán.
Están perdidos, sin saberlo.
Imagínate.
¿Qué haremos?!
Sinceramente, ni sé. Pero no quiero que se pierdan. Gracias a Dios que no depende de mí. No es con mi poder, sino con Su poder. No es por mi voluntad vacilante y pecaminosa, sino por Su voluntad BUENA AGRADABLE y PERFECTA.
Oremos. Y actuemos! pues habrá desolación.



